La mujer se lo paso bien, al igual que nosotros, que nos contaba historias que igual eran ciertas, o que imaginaba ella y creía que habían sucedido. Nosotros le seguíamos en rollo en todo momento para que se sintiera a gusto, de vez en cuando, la mujer se creía que yo era hijo de mi tía, o que todos eramos hijos de mi abuela, o de repente, mi madre era la hermana de mi abuela, jaja cosas así, que en realidad hizo que nos lo pasáramos muy bien.
A la hora de repartir las estrenas, la mujer nos dio 20 euros a cada uno, se empeñó en dárnoslo, al principio quería darnos 50, pero le dijimos que no tenía porque darnos estrenas ya que no nos conocía, pero se empeño en dárnoslas. Y el día de Reyes nos trajo un roscón de Reyes que estaba riquísimo.
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